- No respires, cuenta hasta diez y quizá el día se habrá terminado. Y con él, esa culpa que no te deja dormir, que te quita el sueño y te trae pesadillas.
Fue el consejo que le dieron esa noche. Miró el cielo y no había estrellas, tampoco su luna. Triste firmamento desde su ventana.
- Juro que no respiré, que conté hasta diez, diez veces. Pero el día no se terminó y la noche no tuvo luna.
Triste mirada, decepcionada se fue a la cama, de nuevo y con la cortina cerrada.
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