Uno, dos, tres, cuatro... desde aquí puedo contar tus latidos, acelerados, acelerándose más. Un amor entre dos corazones a las tres de la tarde y cuatro manos tocándose. Mientras tu latido se acelera y el mío, el mío ya no se escucha. Se escuchaba hacía cuatro minutos cuando todavía no eran las tres de la tarde y tus dos brazos no me rodeaban haciéndonos uno. Nos hacíamos uno y dos latidos sincronizados, dos respiraciones agitadas, agitándose más. Cuatro, tres, dos, uno... y tan rápido como vino, se fue. Mi latido se escucha y el tuyo se desacelera. Fuimos uno y aún lo somos. Y lo seremos, a las cuatro. Uno, dos, tres...
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