viernes, 16 de julio de 2010

P.E.

Creo firmemente en el punto de equilibrio que existe entre nosotros. Que ni todo es igual ni tanto es diferente. Y si me molestan las mismas cosas que ti te molestaron ayer, no es por mi falta de consecuencia. Y si me dejaran dormir, lo haría contigo hasta las tres de la tarde todos los días. Somos dormilones, ¿Y? Pero tú me obligas a hacer todas las cosas en el momento y yo planeo tu horario de estudios. Porque contigo mi rendimiento académico sube y veo más películas de las que vi en mis anteriores diecisiete años de vida. Porque para ti soy luz de la noche, una rosa, un perfume y un perfume de rosas. Soy romance, soy fidelidad. Lo que me falta, hoy lo encuentro en ti. Ves en mí lo que no hay en ti. Un beso, un abrazo es todo lo que necesito para saber que somos complemento perfecto en un mercado sin sustitutos. Que polos opuestos se atraen y los iguales se repelen, que no somos ni uno ni otro, que si algo aprendí estudiando es que existen los puntos de equilibrio, que el mío eres tú y el tuyo soy yo. Soy yo.

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