Sacaste la piedra angular de su corazón y todo en su vida se desmoronó. Lentamente fueron cayendo al suelo sus ideas de verdadero amor y leal amistad. Su fidelidad quebrantada y todo le faltaba. Pecho al aire y no tardó mucho en llegar el frío a sus pulmones, ya cansados de respirar. Arrastrando su alma por el piso, sollozaba mares de arrepentimiento y lágrimas de cocodrilo. Algún día alguien las creyó pero quien lo hacía ya no lo hace y quien lo hace, pronto no lo hará. Y de brazos cruzados anda, conocedora de su pérdida, sin ánimos de recuperarla. Engañada por la pestilencia del animal muerto disfrazado de flor de primavera. Duro pesar, su vida y caminar.
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