Lo miraba atenta y sin esperar que dijera algo. Lo miraba casi a oscuras y sin querer ver más. Lo miraba y sabia que él hacía lo mismo, sus ojos negros que no sabían mentir le decían que la amaba. Lo miraba mientras pedía a Dios que el tiempo se detuviera y así mirarlo por siempre. Bastaba con mirarlo para que acabasen los problemas, guerras y mentiras. Por eso lo miraba, porque quería un mundo mejor, porque no existe mundo sin él, porque basta con mirarlo.
No es literatura moderna ni buena poesía. Es verso y prosa a mi propio estilo.
jueves, 25 de marzo de 2010
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