jueves, 22 de abril de 2010

Un encuentro

Entre los cientos de páginas, términos y palabras de diccionario; entre números naturales, racionales e infinitos, raíces y fórmulas imposibles de memorizar; entre fumadores y estrés, obesos, estudiosos y niños de papá, conversadores y apáticos; entre idiomas de cinco continentes, máquinas de gaseosa, profesores exigentes y cursos detestables; entre seis pabellones, dos cafeterías, siete pisos, una biblioteca, una sala de estudio y tres estacionamientos siempre llenos; entre la rutina de cada día, desde el amanecer hasta el caer de la noche… te encuentro. Te encuentro entre clases y es nuestro momento, y me sacas de ese hexágono y me llevas lejos, más lejos que cualquiera, y tu… y yo… los dos. Y nadie más. Ni los cientos de administradores, economistas, contadores, abogados e ingenieros, ni los docentes, ni la rectora, ni los de limpieza, ni las de fotocopiadora, ni los guardias, ni la cámara de seguridad. Te encuentro y ya no sé cómo se retienen talentos en una organización, cómo se hace un balance general ni quién es el gurú de la mercadotecnia. Te encuentro y ya no sabes hallar el punto de equilibrio entre la oferta y la demanda de dinero, ni la curtosis, ni como se hace una prueba de hipótesis. Nos encontramos y apagamos la luz, nos miramos en el oscuro que poco a poco se aclara y te veo, sonriendo. Sonriendo! Y tu… y yo… nos encontramos.

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