lunes, 15 de febrero de 2010

¡Atenta!

Tu corazón late más fuerte. Incontrolablemente. Como nunca. Sientes cómo quiere salir de tu pecho. Tienes miedo. No sabes qué hacer con tu vida. Poco a poco, las lágrimas, una por una, empiezan a mojar tus labios. No puedes evitarlo. Jamás habías llorado por miedo y felicidad a la misma vez. Miedo, porque no sabes qué tienes que hacer. Miedo, porque tampoco quieres saberlo. Miedo, porque sí quieres saberlo. Miedo a equivocarte. Miedo a ser feliz. Es confuso. Tú estás confundida. Quieres escuchar, pero no te destapas los oídos. Quieres ver, pero tienes los ojos cerrados. Quieres saber la verdad, pero estás debajo de tu cama. Solo lo sabes cuándo lo vives. Solo vives cuando ya lo sabes. Estás más emocionada que nunca y te preguntas de dónde proviene tanta emoción. Tú tienes la respuesta. Siempre la has tenido y siempre la tendrás. Si es, es. Si no es, no es (valga la redundancia). Él siempre lo supo, siempre lo quiso así. Ahora tú debes responder. Solos, tú y Él. Te preguntas qué hacer. Tienes más miedo. Lloras. Sonríes. Gritas por dentro. Pero, tú tienes la respuesta. Él te la ha dado. Él te la dará. Solo debes aprender a escuchar. Atenta. Siempre atenta.

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