jueves, 2 de septiembre de 2010

Y sigo a la espera del cuatro

Uno, dos, tres, cuatro... desde aquí puedo contar tus latidos, acelerados, acelerándose más. Un amor entre dos corazones a las tres de la tarde y cuatro manos tocándose. Mientras tu latido se acelera y el mío, el mío ya no se escucha. Se escuchaba hacía cuatro minutos cuando todavía no eran las tres de la tarde y tus dos brazos no me rodeaban haciéndonos uno. Nos hacíamos uno y dos latidos sincronizados, dos respiraciones agitadas, agitándose más. Cuatro, tres, dos, uno... y tan rápido como vino, se fue. Mi latido se escucha y el tuyo se desacelera. Fuimos uno y aún lo somos. Y lo seremos, a las cuatro. Uno, dos, tres...

No hay comentarios:

Publicar un comentario