sábado, 4 de septiembre de 2010

¿Lo mismo de siempre?

No todo pasado fue mejor ni el futuro es totalmente incierto, pensó. Su menté voló a cuatro años atrás, cuando aún no lo conocía y en sus días faltaba un toque mágico de alegría. Y fue avanzando en los años, tres atrás y ya llevaban clases juntos, iban a la universidad en el mismo bus y se conocían cada semana más, tras largas conversaciones triviales, aprendieron a abrir sus pensamientos. Luego, hace dos años, empezaron las salidas, él a su casa y ella a la de él, el estudio, la diversión, las fiestas de la universidad, iban juntos pero se separaban adentro. La amistad es cuestión de conveniencia y temporalidad, decía él. Ella no estaba de acuerdo, la verdadera amistad dura una vida de desinterés y cariño. Con esas visiones, hace un año, ya eran los mejores amigos que el mundo jamás había conocido, según ella, tan romantica. Vienes a ver una película y luego salimos a tomar helado, le decía él, como pretendiendo innovar en sus planes. Es que no era necesario hacer algo muy diferente para encontrar diversión, uno al lado del otro. Juntos hacían lo mismo, todos los fines de semana, de invierno y verano, de risas y penas que los unían y fortalecían. Solo ellos se conocían así. Mi amor, ya llegué, dijo él. Y ella regresó a la realidad, en cuatro segundos había recorrido toda su historia y su sonrisa permanecía en el tiempo, al verlo y al acordarse de él, que ahí estaba, mirándola, sorprendido por su belleza. Ella sube a su carro y juntos van a hacer lo de siempre, conversar y reir, como desde hace tres años, cuatro meses, y como ayer por la noche. Porque el pasado sin él no fue mejor y el futuro está en sus abrazos.

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